Nunca había pensado así de una máscara. Siempre creí que una mascara no daba más que la imagen fija de un personaje.
La máscara que nos ponemos lleva atribuidas ciertas cualidades ¿de las que nos apropiamos? No, pensaba, son de la máscara.
Es cierto que una máscara tiene una cara vista, la que sobreimprime cualidades al sujeto cuando se presenta a la sociedad, al espectador. Y no es menos cierto que tras el haz, hay un envés. No existen máscaras planas, todas tienen un positivo y un negativo. Y es éste negativo el que me intriga hoy.
Porque todos los masones pasan por oficialias en sus logias. Y estas oficialias son máscaras que nos ayudan a representar esta pequeña gran obra que es el ritual.
Cuando entramos al taller dejamos los metales profanos a las puertas, nos convertimos en actores y en espectadores del ritual. Lás más de las veces, actores con máscaras. Escriba , Tesorero, Guardianes del rito y del orden, y de Oriente. Cada rol lleva consigo unas responsabilidades y unas características necesarias, que a fuerza de interpretar, dejan huella en la cara del intérprete. El negativo de la máscara moldea el rostro del oficial.
Es cierto que cada Ser deja su impronta en el oficio que representa, del que se hace cargo, pero, ¡Cómo nos moldean los oficios!
Teatro, Ritual, Trabajo sobre uno mismo, Trabajo en grupo que nos ayuda a crecer.
El cincel nunca golpea sin más.
Mi máscara queda a su vista.