Demetrio Fernández |
…En particular, más allá del tono general del discurso, para Monseñor Martínez, «matar a un niño indefenso, y que lo haga su madre» da a los varones «licencia absoluta, sin límites» de «abusar del cuerpo de la mujer», porque «la tragedia se la traga ella, y se la traga como si fuera un derecho: el derecho a vivir toda la vida apesadumbrada por un crimen que siempre deja huellas en la conciencia y para el que ni los médicos ni los psiquiatras ni todas las técnicas conocen el remedio».
¿Licencia para abusar? ¿En serio monseñor Martínez ha proclamado una licencia para abusar, una licencia, además, sin límites? Monseñor Martínez, con sus juegos de palabras, ha vulnerado el ordenamiento jurídico al incitar al delito, al delito machista del abuso (es decir del acto atentatorio contra la libertad sexual) del cuerpo de la mujer, mientras subsista la legislación que permite la interrupción voluntaria del embarazo.
Monseñor Martínez: no. Tajantemente, no.
Una verguenza, señor Fernández, una crueldad y, lo que es peor, una muestra de ignorancia y fanatismo. Deje a los humanos vivir su esencia y diferencia y usted encarguese de los ángeles, los dogmas, sus palacios episcopales y a recaudar subvenciones del Estado sin trabajar ni para él ni para nadie, solo para su dios.
Lamentablemente la iglesia española ha entrado en una dinámica que obligará a quienes no estamos de acuerdo con su ideario, a adoptar medidas para defender la libertad de la sociedad, nuestra libertad, para manejarse de acuerdo a una ética humanista que se aleja de la intolerancia cada día más agudizada que demuestra esta organización religiosa, no muy alejada -por cierto- de la que mantienen otras religiones en países en los que ejercen un importante control social.