Es una de las máximas de la tradición masónica, en las logias la política y la religión son dos temas proscritos. Son cosas del buen pastor Anderson que no reflejan más que los problemas a los que se enfrentaba la Inglaterra de principios del XVIII. A pesar del tiempo transcurrido hay Hermanas y Hermanos que se empecinan en mantener la prohibición a rajatabla.
Bien está lo de la religión, para qué hablar de ella personas para quienes los dogmas son algo a proscribir de sus vidas por ser contrarios a la razón y, si alguno necesita de ese sostén espiritual, que mejor que dedicarse a él de modo privado. Tengo mis dudas sobre lo que atañe a la política, bueno no las tengo por cuanto estoy plenamente convencido de la necesidad de que los masones hablemos de política, hagamos política, en nuestras logias y fuera de ellas aunque eso sí, sin confundir la Política con la política aunque en tal «pecado» se suele caer con más frecuencia de la deseable.
Hacer Política supone que nos interesan los problemas de la sociedad en la que vivimos y que además, por lo que atañe a los miembros de Le Droit Humain, supone además cumplir el deseo de nuestros fundadores: construir un templo al Progreso de la Humanidad y trabajar para conseguir sociedades más libres, igualitarias y fraternas. Es decir aplicar la divisa masónica por excelencia de LIBERTAD, IGUALDAD y FRATERNIDAD y que no necesita de ninguno de los añadidos que algunos se empeñan en adosar últimamente no siendo más que una redundancia por ir implícita en la primera palabra de nuestro lema.
Cuando hablo de la necesidad de que hagamos Política no me refiero a que salgamos a la palestra a dar nuestra opinión, sobre tal o cual tema mediante un comunicado que en nada se diferencia del que haría cualquier partido político. El masón, no cuando habla a título personal que puede opinar como le parezca más conveniente aunque cuidando de dejar meridianamente claro que sus palabras son suyas, ni de la Obediencia ni de la Logia a las que pertenece, suyas y nada más que suyas. La opinión de un ciudadano.
Cuando quien habla es una Obediencia o una Logia, ha de medirse covenientemente lo que se dice por varias razones. Una, que no todos sus miembros han de tener la misma línea ideológica de pensamiento, lo raro sería que hubiese unanimidad. Dos, que no somos el remedo de un partido político o un sindicato. Deslizarse por el terraplén de la política partidista supone dejar de lado uno de los principios de la masonería, «unir aquello que está disperso».
Por otra parte, cuando se olvida la principal característica de la masonería, el componente iniciático, estamos cambiando de carril, no es posible la existencia de masonería sin ese componente y este a su vez es incompatible con la asunción de posiciones que, yendo más allá de planteamientos éticos, entren en el terreno de la confrontación política. O de la propaganda que de todo hay.
He dicho
Masonería Mixta Internacional
Una de las virtudes de la masonería, a mi entender, es que de una reunión de diez masones, podemos extraer once opiniones, pues ninguna elimina a la otra y todas suman una nueva; y eso es construir Política o hacer ciudadanía, que nada tiene que ver con política o partidismo o bandería.
TAF. Ricardo.