George Martin se define como ateo y materialista, su racionalismo se desvela frecuentemente, pero trata siempre de comprender a los demás y respeta cualquier creencia. Su filosofía es una filosofía de acción. Tiene tres preocupaciones esenciales:
- La defensa de los Derechos de la mujer que deben ser los mismos que los de los hombres. George Martin lo llama el Derecho Humano.
- La Justicia social, base misma de la democracia
- La Paz universal, erradicando cualquier posibilidad de conflicto armado y reforzando las posibilidades de mediación, sobre todo en el ámbito de la conferencia de la Haya.
Estos dos últimos puntos se engarzan según Georges Martin al Derecho Humano.
Con el fin de llevar a buen término estos ideales llegará a sacrificar incluso una vida acomodada y su carrera política.
Por lo que respecta a su ateísmo, nos ofrece la siguiente explicación:
«La felicidad del ser humano basada en una vida futura es tan problemática que la razón lleva a admitir que tal cosa es de todo punto inverosímil»1
En el artículo «La Humanidad sufriente, militante, pensante y activa y finalmente triunfante«, publicado en el Boletín Internacional de septiembre-octubre de 1911, Georges Martin evoca, con un tono humorístico, los orígenes de la humanidad con Jehovah, creador del Universo: prometió al hombre y a la mujer que habían infringido su prohibición de conocer los secretos de la ciencia del bien y del mal, y a quienes había expulsado del Paraíso terrenal, a sus descendientes y a todos los que se condujeran de acuerdo a la voluntad divina, que disfrutarían, tras su muerte, en una vida celestial eterna de la felicidad ideal que no debería volver a aparecer sobre la tierra y que estaba reservada en adelante para el cielo.
Esta tradición, según Georges Martin, se puede encontrar en todas las culturas humanas con algunas variaciones. Se ignora si Jehovah ha realizado estas promesas a nuestros ancestros, qué suerte les ha sido reservada en el Paraíso terrestre y como estos se han comportado.
Los Seres Humanos, género demasiado curioso, continuará deseando conocerlo todo y saberlo todo. Georges Martin prosigue su discurso, siempre en el mismo tono irónico, refiriendo que los hombre emprenden la construcción de la Torre de Babel con el fin de alcanzar el cielo cómodamente. Jehovah se enfada y como consecuencia crea la confusión de las lenguas con el fin de impedir la continuación del proyecto.
Exasperado, deja que los humanos hagan aquello que les plazca y decide no ocuparse más de ellos, de hecho hasta la mujer se incorpora a esta tarea.
Nuestro autor piensa que ante tan buena disposición, los seres humanos deben imitarle y no ocuparse más del cielo. Lo que será mejor para todos. Debemos tener en cuenta que la vida es corta, que gracias a los esfuerzos de nuestros antepasados la nuestra es mejor que la de ellos; debemos pues hacer otro tanto, mediante nuestro esfuerzo diario, para las generaciones que nos seguirán.
«Todas las religiones, todas las ideas filosóficas, la Franc-Ḿasonería han aportado algo en la evolución material y moral de la humanidad, pero cuando lo han hecho en solitario y hasta que los grandes pensadores no han tenido en cuenta las leyes que presiden los fenómenos naturales de la materia cósmica, el progreso ha sido lento, excesivamente lento, y así, y en tales circunstancias, se ha avanzado menos en un millón de años que lo que se hace en un año en la actualidad. Las Religiones han sido y son aún ahora causa de conflictos hasta el extremo de enfrentar a los seres humanos unos contra otros con sangrientas consecuencias»2
1) cf. B.I. 13e année nº1 – Janvier 1907 – p. 176-177
2) cf. B.I. – semptembre-Octobre 1911 – 17e année nº 8 p 455
El texto anterior ha sido traducido del libro «Georges Martin, Franc-Maçon de L’Universel», GROSJEAN, Marc 1988, Tomo I p.32 y 33
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