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John Keats, despreciaba a Isaac Newton -y a la ciencia por extensión-, a los que acusaba de haber matado la poseía del arcoíris al descomponerlo en los colores prismáticos; brindando por la confusión de la memoria de Newton y de las matemáticas.

En 2012 Marjaana Lindeman, de la universidad de Helsinki, estudió la inhibición cognitiva en un grupo de veintitrés escépticos y creyentes con un scanner de resonancia magnética. La inhibición cognitiva es una importante habilidad mental. No prestar atención a ciertos procesos mentales ayuda a suprimir pensamientos irrelevantes o indeseados, a ignorar significados inapropiados de palabras ambiguas que degeneran en conflictos interpersonales. Ayuda a centrar la atención en lo que es importante. Por el contrario la falta de inhibición cognitiva está asociado con la creatividad, pero también con la ansiedad y la neurosis, los sentimientos de amenaza y descontrol, los estados alterados de conciencia y los fallos en el razonamiento lógico.

Se mostró al grupo una serie de imágenes al tiempo que se les pedía que leyeran unas historias cortas. Se les pidió que imaginaran que estaban caminando, pensando con atención en un tema particular subrayado en la historia, y que miraran la imagen mostrada, mientras registraban qué pensamientos les provocaba esa imagen. Ambos grupos mostraron actividad cerebral en el Giro Frontal Interior izquierdo (GFI). Zona que procesa los signos y sus significados, los gestos y otros símbolos comunicativos. Sin embargo, aunque el GFI izquierdo se activaba lo mismo en ambos grupos, el GFI derecho se encendía con más fuerza en los escépticos que en los creyentes.

El resultado, fue que los escépticos tacharon como irrelevante las ideas de que las imágenes tuvieran algún sentido oculto mientras que los creyentes no lo hicieron. Cuando se les explicó a los dos grupos que las imágenes e historias eran escogidas al azar, los creyentes en lo sobrenatural se mostraron muy confusos y algunos no quisieron creer que no hubiera un sentido oculto en lo que habían visto.

En marzo de 2008 Juan Carlos Rodríguez publicaba un artículo en El Economista sobre el sentido masónico del pasillo verde ferroviario de Madrid, al que define como “gran templo masónico al aire libre” e ilustra con la foto de la Puerta Sur del parque Tierno Galván, que en su opinión es “el punto ‘central’ de Madrid para los masones”. Este artículo obtiene un gran éxito de “crítica y público” en cada nueva difusión entre los sorprendidos masones que no lo conocen.

Freud era un empedernido fumador de puros, al que ni familia ni amigos ni médicos pudieron disuadir para abandonarlos. Esta adicción fue la causa de su muerte por un cáncer de boca en 1939. En cierta ocasión, y tras una conferencia, Freud se sentó a fumarse un cigarro en el vestíbulo de la sala y mientras jugueteaba con él en las manos sorprendió a una asistente que cerca de él le miraba con cierta malicia, por lo que bastante amoscado le espetó. “Señora, a veces un cigarro es sólo un cigarro”.

Cierto, “a veces un cigarro es solo un cigarro”, del mismo modo que una esquina es sólo una esquina y no una escuadra, ni cualquier intersección de calles un compás; es decir, que no todo tiene un significado simbólico o críptico que descifrar a partir de lo arquetípico; y por ende ha de evitarse la interpretación silvestre de cualquier elemento que por ligero y remoto parecido nos digan que es masónico o explique así ese poder oculto que se nos adjudica, evitando con ello caer en esa ridiculización antimasónica de los símbolos que nos son propios. Qué flaco servicio nos hacemos cuando damos pábulo a esos calenturientos artículos que ven las columnas en las torres KIO o el monumento al GADU en lo que sólo es una chimenea de una antigua fábrica.

Decimos con frecuencia que “aquí todo es símbolo”… y al tiempo que lo decimos olvidamos que es “aquí”, en la logia, no en cualquier sitio ni de cualquier modo. Que los símbolos los trabajamos “aquí” y “aquí” es donde encuentran su fuerza y belleza, e incluso poesía. No han dejado los arcoíris de atraernos porque sepamos que la luz se descompone al atravesar pequeñas gotas de agua, por lo que bien se podría haber ahorrado Keats el berrinche con Newton, salvo que se prefiera la poética ignorancia a la belleza de la sabiduría que tan fuerte nos hace.

Por ello, no olvidemos que el trabajo masónico aúna lo operativo con lo simbólico, pero no en cualquier sitio, sino en “el sitio”, que el símbolo lo es donde se puede trabajar, fuera es adorno. Y si llevamos nuestro trabajo fuera del taller no es para descubrir símbolos, sino para construir espacios y modos de relación más fraternales.

Así que cuando miremos un “símbolo” apliquemos una cierta inhibición cognitiva o simple prudencia, y miremos, además, que no esté ahí por otras cosas más pedestres que mostrar “nuestro poder omnímodo”. No vaya a ser que una chimenea sea sólo una chimenea y un cigarro sólo un cigarro.

 

8 Comentarios

  1. Totalmente de acuerdo, comparto que la belleza no está reñida con el conocimiento, más bien al contrario. También me gusta y comparto la ecuanimidad y la mesura de esta opinión, más allá de fanatismos histéricos. Gracias

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    • Gracias por su opinión, estimado marnix2015.

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    • Estimado Xuan, si la conclusión es que creo que hay que cerrar las puertas a la poesía y a la intuición, es que me expreso de pena.

      Los símbolos nos hablan en todo momento. Cierto. Pero no todo símbolo es simbólico en el sentido masónico que les aplicamos en el taller, me parece. Pero en este punto me queda mucho camino para descubrirlos.

      El conocido dibujo de Goya nos recuerda que cuando la razón sueña –duerme, está ausente, no existe- ese sueño produce monstruos. Y no identifico sueño ni con intuición ni con sensibilidad, sino con irracionalidad.

      Por cierto, la intuición es una forma automatizada no consciente de la razón. O al menos eso es lo que apuntan los estudios sobre neuropsicología.

      Saludos. Ricardo.

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  2. Por fortuna los símbolos pueden estar en todas partes o en ninguna, es una cuestión puramente personal y tremendamente subjetiva ya que su interpretación queda abierta a lo que cada cual encuentre de útil en ellos. En masonería, y por más que algunas personas se empeñen, el dogma está proscrito y la interpretación tan abierta como llevemos el compás abierto, precisamente en la apertura del compás reside la cuestión primordial

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    • En mi opinión, junto al compás hay que llevar la regla, porque a veces un cigarro es sólo un cigarro.

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    • Estimado Víctor, muy interesante el artículo y bien reflejada esa simbolatría que a veces nos aqueja. Saludos. Ricardo.

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