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En los albores de nuestra civilización los patriarcas de los monoteísmos llegaron a la cúspide de la creación: Dios-omnipotente-hombre, a su imagen y semejanza, por contra a las mujeres nos dejaron estos referentes: Lilith-demoniaca, Eva-embaucadora, María-intercesora y Magdalena-puta. Un orden simbólico de subordinación. Cimentada esta construcción social del mundo, el dominio sobre las mujeres fue plenamente implantado yaceptado bajo el fundamento inamovible de la normalidad. El propio género se convirtió en metáfora de las relaciones de poder. Lo femenino dejó de ser simbólicamente poderoso con la emergencia de ritos, creencias, mitos, valores y discursos. Ladesigualdad se estableció en el lenguaje, en el pensamiento, en la cultura… Este ordeninvisibilizó y hasta expulsó a las mujeres del mundo de la cultura, de los conocimientos, de la ciencia, del lenguaje, de los conceptos, de la espiritualidad, de la creación, de los sueños…
Han pasado miles de años y aunque vamos avanzando en la lucha por los derechos de las mujeres, vemos con inquietud las resistencias y “ceguera” de gran parte de la sociedad negando la discriminación femenina y los privilegios masculinos, además de creer que ejercen “la libre elección”. Lo común es no ver lo que se normaliza ni tan siquiera lo mas inhumano, lo mas brutal: 4 violaciones diarias a mujeres, 56 mujeres asesinadas y 8 menores el pasado año 2017 y esto es la punta del iceberg. La sociedad mira perpleja lo que sucede a su alrededor tratando de componer el rompecabezas, asesinatos que no conmueven ni hacen reaccionar, se han preguntado por qué, será que pensamos que “la maté porque era mía” es solo cosa de él. ¡No! es de todos y todas, es una cuestión política, una cuestión de estado. Debemos desenmascarar este constructo social perverso que nos hace “invidentes” , una cultura patriarcal y machista donde hunde sus raíces la violencia de género. El machismo es el caldo de cultivo donde campan a sus anchas misóginos, sicópatas, hombres violentos que ejercen violencia con premeditación y alevosía conocedores de la actitud benevolente de la sociedad hacia su persona y la incredulidad hacia la víctima. ¿Saben? es lo que les pasa a las mujeres maltratadas, no se explican loque les sucede y la violencia va creciendo, porque la violencia una vez instalada en un sistema crece exponencialmente. Nadie estamos a salvo de padecer esta lacra.
Lo increíble es que no se estén poniendo los medios para combatir esta pandemia, hace falta una demanda social firme que ponga en marcha a la voluntad política que cuente con las expertas y los estudios de género realizados por investigadoras, filósofas, antropólogas, científicas, historiadoras, biólogas… hace falta conceptualizar, educar en valores con perspectiva de género y leer, sí leer y escuchar a las teóricas feministas, porque lo que ha costado tanto desentrañar a mujeres que han dedicado su vida al estudio de esta cultura no podemos desdeñar con opiniones espontáneas y pueriles y les aseguró que esa lectura además de apasionante, les hará mas libres.
Sara Beiztegi
Holà,
Todo cierto en el análisis histórica y sociológica. No se puede olvidar que siempre los caminos espirituales están abiertos, para todos los que los buscan. Es cierto que la dóminación no permitió tanto las mujeres un libre accesso. Eso hay que cambiar-lo y es una lucha de cada dia. Io pienso y así lo hago, buscando en lo mas profundo de nuestras “piedras” podemos cambiar dentro de nosotros, lo que siglos y siglos de patriarcádo han hecho a nuestra relación entre hombres y mujeres. Eso del “machismo” es una concepción
pos-productivista y un combate que solo puede pegar fuego a las cendillas del atavismo humano la ignorância.
Por los caminos de Santiago todo lo
“Pronto pensamiento” revela no see más que niebla…como pueden ser las vidas, sin consciência
No soy español por eso les pido perdón por molestar su idioma con possibles faltas.
Muy buen camiño
À l’aube de la civilisation, les patriarches des monothéismes ont atteint l’apogée de la création: Dieu tout-puissant homme, à son image et ressemblance, contrairement aux femmes dont ils nous ont laissé ces références : Lilith la démoniaque, Ève la magouilleuse, Marie la médiatrice et Madeleine la putain. Un ordre symbolique de subordination. Sur la base de cette construction sociale du monde, la domination sur les femmes a été pleinement implantée et acceptée sous le fondement inébranlable de la normalité. Le genre lui-même est devenu une métaphore des relations de pouvoir. Le féminin a cessé d’être symboliquement puissant avec l’émergence de rites, de croyances, de mythes, de valeurs et de discours. La discrimination a été établie dans le langage, dans la pensée, dans la culture… Cet ordre a invisibilisé et même expulsé les femmes du monde de la culture, de la connaissance, de la science, du langage, des concepts, de la spiritualité, de toute création, des rêves …
Des milliers d’années ont passé et même si nous faisons des progrès dans la lutte pour les droits des femmes, nous notons avec inquiétude les résistances et la cécité d’une grande partie de la société, niant la discrimination envers les femmes et les privilèges masculins, en plus de croire en l’exercice «du libre choix.» L’habitude commune est de ne pas voir ce qui se normalise, même pas dans le plus inhumain et le plus brutal : 4 viols quotidiens aux femmes, 56 assassinats de femmes et de 8 mineurs, l’année dernière (2017) et c’est la pointe de l’iceberg.
La société contemple avec perplexité ce qui se passe alentour, en essayant de composer le casse-tête chinois : des meurtres qui n’émeuvent pas ni ne font réagir. On se pose la question : serait-ce par ce que nous pensons que «je l’ai tuée parce qu’elle m’appartenait» est seulement masculin ? Non ! C’est le propre de tous et de toutes, c’est une question politique, une question d’État.
Nous devons démasquer cette construction sociale perverse qui nous rend «aveugles», une culture patriarcale et machiste où la violence de genre prend ses racines.
Le machisme est le bouillon de culture où les misogynes, les psychopathes, les violents qui exercent la violence avec sournoise préméditation, campent à leur aise grâce à l’attitude bienveillante de la société envers eux et avec incrédulité envers la victime.
Savez-vous que c’est ce qui arrive aux femmes battues : elles ne s’expliquent pas ce qui leur arrive et la violence prend de l’ampleur car une fois installée en système, elle se développe exponentiellement. Personne n’est à l’abri de subir ce fléau.
Ce qui est incroyable, c’est que personne ne met en œuvre les moyens de lutter contre cette pandémie : il faut une forte demande sociale pour lancer la volonté politique qui compterait avec les experts et les études de genre menées par des chercheurs, par des philosophes, des anthropologues, des historiens, des scientifiques, des biologistes… Il faut conceptualiser, éduquer aux valeurs avec une perspective de genre et lire : si, lire et écouter les théoriciennes féministes, parce que ce qui a tant coûté aux femmes pour arriver à démêler tout cela, des femmes qui ont consacré leur vie à l’étude de cette culture, on ne peut le dédaigner avec des avis spontanés et puérils ! Et je vous assure que cette lecture, en plus d’être passionnante, fera de vous des êtres plus libres.
Sara Beiztegi
(Traduccción libre de VK)